Fiebre
La fiebre es la elevación de la temperatura corporal (> 37,8° C por vía oral o > 38,2° C por vía rectal), o la elevación por encima de los valores normales conocidos de una persona. La fiebre se produce cuando el termóstato del cuerpo (que se encuentra en el hipotálamo) se restablece a una temperatura mayor, principalmente en respuesta a una infección. La temperatura corporal elevada que no está causada por una modificación del punto de ajuste de la temperatura se denomina hipertermia.
Muchos pacientes usan la palabra “fiebre” en forma flexible, a menudo con la intención de indicar que sienten mucho calor, mucho frío o sudoración, pero sin haber medido de hecho su temperatura corporal.
Los síntomas se deben principalmente a la enfermedad que causa la fiebre, aunque este síntoma en sí mismo puede producir escalofríos, sudoración y malestar y puede inducir en el paciente sofocos y calor.
¿Cómo tomar la temperatura?
Para tomar la temperatura, se puede elegir entre varios tipos de termómetros, incluidos los termómetros orales, rectales, de oído (timpánicos) y de frente (de la arteria temporal).
Los termómetros orales y rectales generalmente proporcionan la medición más precisa de la temperatura corporal central. Los termómetros de oído o de frente, aunque son convenientes, proporcionan mediciones de temperatura menos precisas.
En los bebés, los médicos generalmente recomiendan tomar la temperatura con un termómetro rectal.
Cuando informes la temperatura a tu médico o al de tu hijo, da la lectura y explica cómo se tomó la temperatura.
¿Cuáles son los síntomas de la fiebre?
Son síntomas inespecíficos, muy variables de unas personas a otras, y distintos también según la enfermedad que es causa de la fiebre.
Los más comunes son dolor de cabeza, dolores musculares generalizados, o más localizados en la región lumbar, dolores articulares y somnolencia. Los escalofríos ocurren durante el ascenso de la temperatura, y son el reflejo del aumento de actividad muscular que el centro termorregulador ordena para aumentar la temperatura corporal.
La irritabilidad o el delirio aparecen con más frecuencia en personas mayores, mientras que las convulsiones febriles son típicas de los niños menores de cinco años.
Los síntomas más habituales son:
Dolor de cabeza.
Dolores musculares.
Somnolencia.
Escalofríos.
¿Cuáles son las causas de la fiebre?
Es importante recordar que la fiebre, en sí misma, no es una enfermedad; suele ser un síntoma de otro problema.
La fiebre puede estar causada por varias cosas, como las siguientes:
Una infección: la mayoría de las fiebres están causadas por una infección u otra enfermedad. La fiebre ayuda al cuerpo a combatir las infecciones porque estimula sus mecanismos naturales de defensa.
Exceso de ropa: Los lactantes, sobre todo los recién nacidos, pueden tener fiebre si están demasiado abrigados o si se encuentran en un ambiente caluroso, porque no son capaces de regular su temperatura corporal tan bien como lo hacen los niños mayores. Pero, puesto que la fiebre en un recién nacido puede indicar una infección grave, hasta los lactantes que vayan demasiado abrigados deben ser evaluados por un médico si tienen fiebre.
Vacunas: los bebés y los niños a veces presentan fiebre baja o febrícula después de haber sido vacunados.
Consecuencias de la fiebre
Los síntomas se deben principalmente al trastorno que causa la fiebre más que a la fiebre en sí misma.
Aunque muchas personas se preocupan de que la fiebre pueda ser perjudicial, las típicas elevaciones temporales de la temperatura corporal comprendidas entre 38° C y 40º C que producen la mayoría de las infecciones agudas son bien toleradas por los adultos sanos. Sin embargo, una fiebre moderada puede ser un poco peligrosa en adultos con enfermedades cardíacas o pulmonares debido a que la fiebre hace que aumente la frecuencia cardíaca y la frecuencia respiratoria. La fiebre también puede empeorar el estado mental en personas con demencia.
La elevación extrema de la temperatura (por lo general más de 41° C) puede ser perjudicial. Una temperatura corporal tan alta puede causar la disfunción y, en última instancia, el fracaso de la mayoría de los órganos. Dicha elevación extrema puede ser causada por una infección muy grave (como septicemia, malaria o meningitis), pero es más típica de un golpe de calor o tras el consumo de ciertas sustancias.
La fiebre en el paciente anciano o inmunodeprimido
Un caso especial es cuando la fiebre aparece en un paciente anciano o inmunodeprimido (pacientes con enfermedades hemato-oncológicas, tratamiento con quimioterapia, trasplante de órgano sólido o de médula ósea, inmunodeficiencias primarias o secundarias como la infección por VIH).
En estos casos, las infecciones suelen cursar con pocos o ningún síntoma acompañante, es decir son ‘pauci-sintomáticas’, e incluso muchas veces suele no haber ni fiebre. Cualquier cambio en el estado general en estos pacientes (pérdida del apetito, debilidad, desorientación, etc.) debe hacer sospechar de una infección.
En el caso de pacientes que hayan sido sometidos a una intervención quirúrgica o a pruebas endoscópicas diagnósticas, sobre todo, si se ha realizado algún tipo de biopsia, la fiebre es un signo claro de posible complicación, por lo que se debe acudir lo antes posible a un centro de urgencias.
¿Es necesario tomar un baño o ducha fría?
El agua fría puede ayudar temporalmente a reducir la temperatura, pero puede causarte escalofríos.
Cuando esto te sucede, tu cuerpo vibra rápidamente para aumentar la temperatura de tu cuerpo, así que bañarte o ducharte con agua fría en realidad podría aumentar tu temperatura.
Mejor, trata de refrescar tu cuerpo con una esponja con agua tibia. Tu cuerpo comenzará a enfriarse a medida que el agua se evapora. Pero si usar una esponja te causa escalofríos, deja de hacerlo o aumenta la temperatura del agua.
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